«La Vecina Perra que Quería Verga»
En el apartamento donde yo vivo, en Medellín, no pasa desapercibido un año nuevo sin festejar. Mi novia había salido a celebrarlo con sus amigas y yo me quedé solo en casa, pensando en cómo pasar la noche sin ella. Pero, poco después de que las puertas de mi apartamento se cerraron, escuché un timbre. La vecina, una perra llamada Sofía, había decidido usar esa excusa para acercarse a mí.
Cuando abrí la puerta, me encontré con ella, vestida solo con un top rosa que dejaba entrever sus pechos y un pantalón corto que no escondía su figura. Me miró con ojos seductores y se dirigió directamente al baño, donde estaba siendo capturada en la foto que había subido a internet. La verdad es que parecía una pornostar, dispuesta a dar un show.
Me acerqué detrás de ella y, sin decir palabra, comencé a tocar sus pechos con mis manos. Ella se volvió hacia mí, sonriendo, y me dijo: «¿Y si nos reímos un poco en el año nuevo?» Me respondió mi verga, que estaba listo para entrar en acción.
No necesitamos más palabras; nos pusimos a follar en el baño, con los ruidos de la fiesta del Año Nuevo como fondo musical. Después, me pidió que le diera un chimbo, y sin pensarlo dos veces, comencé a chupar su vagina hasta que ella alcanzó el clímax.
Fue una noche divertida, llena de sexo oral y placer. Y aunque mi novia se enteró del asunto después, no me reprochó nada; después de todo, soy un hombre normal que disfruta del sexo en cualquier forma en que se presente. La vecina perra había satisfecho mis deseos, y yo la había hecho sentir bien a ella también. ¡Feliz Año Nuevo!
