«La inocente de Medellín»
En la ciudad de las flores, donde el sol brillaba con fuerza, una joven de 20 años llamada Linda se subía al escenario del casting. Con su hermoso cabello castaño y sus ojos verdes, pensó que iba a audicionar para un papel en una película romántica. Sin embargo, su primera experiencia en el mundo del cine le deparó una sorpresa inesperada.
Linda no sabía que se trataba de una producción erótica, y cuando descubrió la verdad, sintió como si le hubieran dado un jarro de agua fría en pleno verano. Ante la cámara, tuvo que mostrarse más allá de su comodidad, desnudar su alma y su cuerpo para mostrar a los productores lo que tenía.
«Me sentí como una perra que se ha perdido en el camino», confesó Linda en una entrevista posterior. «No sabía qué esperar, ni qué hacer. Me dijeron que debía mostrar mi verga y mi pene, pero me pareció un disparate».
Pero la curiosidad le llevó a aceptar el reto, y pronto se encontró filmándose en escenas de sexo oral y vaginal, rodeada de actores con ganas de follar. «No era fácil», admite, «pero intenté ser valiente y no hacer pucheros».
Linda Joven, como la llaman ahora, es una verdadera estrella del porno, gracias a ese primer casting que la cambió la vida. Y aunque no se considera una experta en sexo oral o chimbo, aprendió a disfrutar de su nueva condición y a compartir sus experiencias con el mundo.
«Hoy me siento orgullosa de lo que hago», dice con un sonrisa. «No me avergüenzo de mi trabajo, ni de mis tetas ni de mi vagina». Y es que, en el mundo del porno, la inocencia se puede perder, pero también se puede encontrar de nuevo, y con más ganas que nunca.
