«La infamante ninfómana colombiana»
Ella era una verdadera perra, siempre dispuesta a follarme la vida. Su nombre era Sofia, pero se ganaba el apodo de ‘Ninfómana Colombiana’ por su insaciable apetito sexual. En sus noches libres, abandonaba al marido y al matrimonio para sumergirse en un mundo de porno y placer.
Aquella noche, mientras hablaba con su esposo por teléfono, decidió hacer una pausa para disfrutar de un momento de sexo oral. Se tumbó en la cama, desnuda, y se empezó a chupar el propio chimbo, como si fuera un pene real. La imagen era tan erótica que cualquier hombre se habría enamorado instantáneamente.
De repente, escuché su voz al otro lado del teléfono: «Hasta luego, amor, voy a disfrutar de un rato conmigo misma». Y sin esperar respuesta, colgó y se sumergió en la pasión. Mientras follaba sola, le decía a sí misma palabras sucias, como una verdadera ninfómana.
Aquella escena me la visualizé perfecta: Sofia, la Ninfómana Colombiana, con su vagina húmeda y sus pezones erectos, disfrutando de un momento de placer absoluto. Su cuerpo se movía en armonía con sus gemidos, mientras el sexo oral le daba un orgasmo después del otro.
Al final, colgó el teléfono y volvió a llamar para decir: «Hasta mañana, amor». Y es que la vida de una ninfómana no tiene fin. Ni tampoco las fantasías que se despiertan en nuestra mente al pensar en ella, la Ninfómana Colombiana.
